lunes, 15 de diciembre de 2014

Cuestionario 5 PARCIAL

Queridas estudiantes no soy muy apegado a cuestionarios. sin embargo respeto mucho sus sugerencias. Por favor estudien toda la información analizada en este parcial, a continuación las preguntas del cuestionario:

1, CUAL ES LA ETIMOLOGÍA DE LA PALABRA DEONTOLOGIA?
2. QUIEN FUE EL PRIMERO QUE USO ESTA PALABRA?
4.QUE ES DEONTOLOGIA?
3. COMO SE DEFINE UN CÓDIGO DEONTOLOGICO?
4. MENCIONE LA IMPORTANCIA DEL CODIGO DEONTOLOGICO
5. POR QUE SE DICE QUE LA DEONTOLOGIA ES UNA CIENCIA?
6. POR QUE SE DICE QUE LA DEONTOLOGIA ES UN ARTE?
7. EL CÓDIGO ÉTICO ES IGUAL AL LEGAL? SU RESPUESTA Y LAS RAZONES
8. MENCIONE COMO SE RELACIONA LA ÉTICA Y EL DERECHO.
9. CUAL ES EL CÓDIGO ÉTICO DE UN ABOGADO.
10. CUAL ES EL CÓDIGO ÉTICO DE UN MEDICO.

ÉXITOS ESTUDIANTES

martes, 9 de diciembre de 2014

IMPORTANCIA DE LA DEONTOLOGIA.

                                           IMPORTANCIA DE LA DEONTOLOGIA
1. La deontología o deberes de una profesión se recogen en los códigos éticos o deontológicos. La intención de la redacción de los códigos deontológicos de cada profesión es explicitar la dimensión estrictamente moral de una profesión, aquellos comportamientos exigibles a unos profesionales, independientemente de que estén o no recogidos en las normas jurídicas.
2. deontología significa, por tanto, la ética de los deberes prácticos, basados en la acción libre de la persona y en su conciencia moral, y no en la reglamentación jurídica.
3. La deontología es tanto un arte (un estilo de vida) como una ciencia (conocimiento de los fines parar aspirar a fines éticos). La podríamos considerar un arte porque requiere, como todo arte, el ejercicio de unas cualidades, de unas virtudes (areté). La consideramos una ciencia, porque  requiere el conocimiento de cuáles son los bienes máximos a que debemos aspirar (axion). Aquí encontramos de nuevo la trilogía: virtud, valor y deber.
Ética y Derecho
Al analizar el ámbito y fines de la deontología nos encontramos con el tema de la relación entre deontología y derecho, para dejar muy claro que son dos campos o niveles distintos. Uno es el campo de los deberes éticos o morales, expresados en la deontología, que no tiene fuerza coactiva alguna, y otro es el campo de las normas jurídicas, que sí tienen fuerza coactiva y su incumplimiento es objeto de sanción. Lejos de pensar que la deontología, por no tener esa fuerza coactiva, es más débil y menos importante que el derecho, la realidad es que el ámbito ético o deontológico cuenta con más fuerza y eficacia. Veamos lo que dicen los expertos:
Hugo Aznar expresa que la autorregulación ética, como los códigos éticos y otros instrumentos, puede ir mucho más lejos que el derecho en lo que a sus exigencias y planteamientos normativos se refiere,
(...) puede exigir mucho más que el derecho porque puede imponerse mucho menos que este”8. Quiere decir con ello que la autoridad moral siempre es mucho más respetable y confiable que la autoridad que da la fuerza o la ley. La ley, con su capacidad coactiva, si no va acompañada de la autoridad moral de sus legisladores o administradores, aunque pueda aplicar penas, no tiene una fuerza real; en cambio, la autoridad moral de la ética puede prescindir de la fuerza coactiva.

Para el gran jurista José María Desantes los códigos éticos tienen una mayor ratio que las normas disciplinarias, administrativas o penales, es decir, el valor intrínseco de los códigos éticos, por su contenido moral, es mayor.9 Es por eso que el incumplimiento de dichos códigos y la difusión pública de ello reviste una pena considerable para la persona o la institución infractora. Este es el caso de los comités de ética de algunos colegios profesionales o de instituciones, que publican las denuncias y resoluciones sobre las malas prácticas de algún profesional o institución, lo cual es una sanción moral que suele tener un efecto grande.

domingo, 23 de noviembre de 2014

Ese no es mi problema

UNIDAD 5: ÉTICA Y DEONTOLOGÍA PROFESIONAL: LOS CÓDIGOS ÉTICOS

UNIDAD 5: ÉTICA Y DEONTOLOGÍA PROFESIONAL: LOS CÓDIGOS ÉTICOS
Usted ha escuchado hablar de la deontología profesional. ¿A qué se refiere concretamente en la actualidad el estudio de la deontología? ¿Qué son los códigos deontológicos? Emprendamos con entusiasmo el estudio de esta unidad, referente a la ética y deontología profesional, en la cual analizaremos por qué no se puede ejercer la profesión de cualquier manera. Veremos, en suma, que para que una actividad se convierta realmente en una profesión debe ejercerse de una manera moral y debe tener un amplio desarrollo de principios y normas éticas. A esto le llamamos deontología.
Le recomiendo que revise las palabras que sean desconocidas en algunos diccionarios de ética o en el glosario que está al final de la guía, que le ayude a tener una visión clara del significado de cada principio.
Iniciamos la presente temática con el ánimo de aprender nuevos criterios.
El concepto y el ámbito de la deontología
Etimología de la palabra ‘deontología’:
- ‘to déon’ (griego): lo conveniente, lo debido.
- ‘logía’ (griego): conocimiento, estudio.

Significado de deontología: El estudio o la ciencia de lo debido, de los deberes. Si hablamos de deontología profesional, sería el estudio de los deberes de cada profesión. La palabra la acuñó el filósofo inglés Jeremy Bentham (1748-1832), considerado como el padre de la filosofía utilitarista inglesa, en su obra Deontología o ciencia de la moral.

lunes, 17 de noviembre de 2014

EVALUACION

SALUDOS QUERIDAS ESTUDIANTES:
ESTA SEMANA TENEMOS UNA EVALUCION MUY IMPORTANTE, POR FAVOR ESTAS PREGUNTAS A CONTINUACIÓN SON UNA GUÍA PARA LA PRUEBA, MUCHAS GRACIAS POR SU COLABORACIÓN Y ÉXITOS.

QUE SON PRINCIPIOS?
QUE ES PRINCIPIO DE AUTONOMÍA?
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL PRINCIPIO DE AUTONOMÍA?
QUE ES EL PRINCIPIO DE BENEFICENCIA?
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL PRINCIPIO DE BENEFICENCIA?
QUE ES EL PRINCIPIO DE JUSTICIA?
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL PRINCIPIO DE JUSTICIA?
QUE ES EL PRINCIPIO DE NO MALEFICENCIA?
QUE ES PATERNALISMO?
COMO DEMOSTRAMOS EN NUESTRA PROFESIÓN LA AUTONOMÍA?
COMO DEMOSTRAMOS EN NUESTRA PROFESIÓN LA BENEFICENCIA?
COMO DEMOSTRAMOS EN NUESTRA PROFESIÓN LA NO MALEFICENCIA?
COMO DEMOSTRAMOS EN NUESTRA PROFESIÓN LA JUSTICIA?
COMO PODEMOS HACER EL BIEN EN NUESTRO EMPLEO?
COMO PODEMOS MOSTRAR AUTONOMÍA EN NUESTRA VIDA?
COMO SON LAS PERSONAS SERVILES?
COMO PODEMOS MOSTRAR EN NUESTRA VIDA LA NO MALEFICENCIA?
COMO PODEMOS MEJORAR AL APLICAR LOS PRINCIPIOS?
QUE ES CONCIENCIA?
QUE ES LIBRE ALBEDRIO?


martes, 4 de noviembre de 2014

El ultimo regalo - Pelicula Completa Español Latino.mp4



Conteste las siguientes preguntas:

a) Realice un organizador gráfico de análisis de la pelicula
b) Enumera los regalos que recibió JASON
c) Por que escoge el abuelo a Jason?
d) Que significa Emely para Jason?
e)Que regalo le parece mas importante en su vida y por que?

LOS PRINCIPIOS ESTUDIADOS...


miércoles, 29 de octubre de 2014

El principio de no maleficencia



El principio de no maleficencia
El estudio correspondiente a este principio de no maleficencia, va a ser muy breve y concreto. Veamos. Sobre el origen de este principio la formulación más conocida es: “Primum non nocere”
(Ante todo, no hacer daño), de Escribonio Largo (s. I d. de C.). El filósofo Diego Gracia ve un antecedente en el Decálogo (los diez mandamientos) y en la regla de oro: “Haz a los demás lo que quieras que te hagan a ti”. Santo Tomás la incluye dentro del principio supremo de la ética: “el bien hay que hacerlo y el mal hay que evitarlo”.
Vamos a saltarnos todas las ideas no concretas. Lo que sí nos importa es entender la importancia de este principio ético y cómo aplicarlo, para lo cual destacamos varias cosas
A veces no está claro qué es bueno hacer pero normalmente sí está claro qué es malo hacer (o dejar de hacer);
Hacer el bien (principio de beneficencia) en determinados casos puede ser negativo, incurriendo en paternalismo y violando la autonomía de la persona. El bien se puede hacer de muchas maneras. Por el contrario, evitar el mal es preceptivo, obligatorio, y no se necesita del consentimiento ajeno.
El profesional siempre debe sopesar el daño que se sigue de hacer o no hacer algo, considerar el daño que se le puede ocasionar a la sociedad y al bien público.
El principio de no maleficencia es la sombra, o el reverso, de lo que los otros principios establecen positivamente.
Para saber qué es causar daño, discriminar, manipular, cometer injusticias, hay que saber primero qué bienes merecen ser promovidos y no afectados, qué trato merecen las personas y a qué tienen derecho.

Importante:

Este principio es consecuencia directa de buscar el máximo bien en el otro, actitud que es una manifestación propia del ser humano que nos engrandece y dignifica.

martes, 21 de octubre de 2014

Quien se ha llevado mi queso

Relaciones entre beneficencia y autonomía



Relaciones entre beneficencia y autonomía
Solo vamos a detenernos en un aspecto. Se trata del paternalismo como punto de fricción o conflicto entre los principios de beneficencia y el de autonomía. ¿Por qué?
El paternalismo es una desviación o manipulación de la beneficencia. Se da el paternalismo cuando el profesional que sabe hacer bien una actividad para hacer el bien a las personas adopta una actitud de superioridad y desigualdad frente al cliente o usuario de sus servicios, entablando una relación asimétrica. En una relación así el punto de vista del cliente-usuario no cuenta, quedando este reducido a mero destinatario.
Esta interacción asimétrica profesional-cliente puede ir desde una simple desigualdad, hasta una relación de abuso, poder y dominación por parte del profesional respecto del cliente.

Este paternalismo tiene su origen en la relación paterno-filial. Cuando el hijo es menor de edad y no sabe lo que necesita ni lo que le conviene, “el padre decide por él y puede legítimamente imponerle ciertas cosas y contra su criterio, por su bien”. Ejemplo muy básico: buena conducta, hábitos de higiene, alimenticios, estudiar, etc... El problema se da cuando el padre no permite que el hijo vaya tomando las decisiones que ya está en condición de asumir y adopta una postura sobreprotectora con él, con la que no le hace ningún favor al hijo. Del mismo modo, cuando el profesional impone determinadas actuaciones al cliente-usuario, sin contar con su criterio ni con su consentimiento, le está tratando como a un menor de edad, incurriendo en un paternalismo que va en contra de la autonomía.
Claro está que hay un paternalismo justificado cuando por la edad u otros impedimentos no hay autonomía en el cliente-usuario, y hay un paternalismo injustificado cuando sí hay autonomía o cuando, aunque no la haya, el profesional no es quién para determinarlo ni para suplantar a quien ostenta la tutela de la persona no autónoma.

La clave para resolver el posible conflicto entre beneficencia y autonomía, y en concreto para resolver el paternalismo, es que nadie está legitimado para imponer a otros sus propias convicciones, ni para no respetar las ajenas.
Pero también podemos caer en una autonomía insensata e irracional, pensando en que cualquier convicción, por el hecho de que alguien la defienda, es igualmente válida y razonable. Reivindicar la autonomía personal no es oponerse a todo lo que suene a imposición ajena, sino sobre todo es educar el propio juicio moral acerca de los bienes que hacen que la vida sea plena y digna de ser vivida.
En este punto Augusto Hortal nos invita a ser realistas y a reconocer que no todas las personas, aunque seamos adultas, partimos en igualdad de condiciones: unos son más autónomos que otros, unas veces somos más autónomos que otras. Hay muchas personas adultas que viven en un servilismo, que se dejan manipular, y otros que seducen y manipulan al resto. En nombre de la autonomía se pueden cometer o permitir muchas actuaciones indignas. Hay veces que invocamos la libertad para dejarnos dominar por caprichos y vicios propios o ajenos.

En definitiva, para que se dé la necesaria complementariedad entre beneficencia y autonomía en la actuación profesional hay que tener en cuenta que:

No se trata solo de hacer el bien sino de contar con aquel que lo hace y con aquel al que se pretende favorecer, con sus criterios y convicciones acerca del bien. El bien impuesto a la persona adulta no es bien moral, pues nadie puede sustituir a la persona en su tarea de realizar su propia vida. El criterio ético lo debemos asumir y hacer nuestro libremente.


La autonomía se fundamenta en la necesidad de respetar a la persona, sus derechos, criterios y decisiones, en virtud de la dignidad que aquella posee. Pero la dignidad, a su vez, se basa en el bien en sí mismo que es la persona. La autonomía está definida y orientada a la promoción y desarrollo de una vida plena y auténtica. Una actuación que en nombre de la autonomía atente contra la dignidad propia o ajena, será una falsa autonomía, será una actuación inhumana y despersonalizante con la que no podemos transigir.

martes, 14 de octubre de 2014

SEGUNDO QUIMESTRE...El principio de autonomía...

                                          

                                      

                                                  El principio de autonomía

Ahora nos vamos a centrar en un par de ideas clave. El principio de autonomía tiene su origen en los inicios de la modernidad (fines del siglo XVIII, con la Revolución Francesa de 1789), cuando se terminan los regímenes políticos absolutistas y totalitarios y se proclama la primera generación de derechos humanos: los civiles y los políticos (libertad de conciencia y pensamiento, libertad de prensa, el sufragio universal, la separación de poderes), y el liberalismo económico. La idea latente en todo ese pensamiento moderno es que “nada es verdaderamente humano si es impuesto a los hombres por los otros hombres” y “la fe, la religión y la moral son verdaderas y valiosas si son libremente elegidas o aceptadas” .

Kant es el filósofo que aplica estas ideas al ámbito de la moral. Afirma que la libertad y la razón son propias de todos los seres humanos y fundamento de su dignidad, por lo cual, la voluntad libre y racional del hombre es la única fuente de la ley moral. El hombre es moralmente autónomo, no obedece a ninguna instancia externa, sino a su propia voluntad racional que le convierte en legislador de sí mismo y en colegislador junto con los otros hombres.

Por este principio de la autonomía moral, los seres humanos son morales en la medida en que libremente se determinen a sí mismos mediante la razón. De este modo, si dos personas se unen para pensar en lo que deben hacer y se atienen a lo que les dicta la razón, y no sus inclinaciones, deseos, intereses, posición social, coincidirán plenamente en una ley moral, que, por tanto, no se la imponen el uno al otro, sino que cada cual la descubre y la acepta con su razón. Cuando las personas no coinciden es porque alguna de ella se está guiando por esas preferencias, que no son racionales sino empíricas, es decir, fruto de sus deseos o necesidades concretas e inmediatas.

Hortal nos dice que hoy el principio de autonomía se aplica para legitimar el pluralismo, es decir, el conjunto de voluntades que discrepan entre sí pues cada una defiende su propia arbitrariedad y forma de pensar. Por tanto, la autonomía en la vida real eleva a canon (norma) la voluntad de cada uno, aunque no sea racional, haciendo que ese acuerdo racional ideal, del que hablaba Kant, se convierta en que cada uno puede hacer lo que quiera y aplicar los criterios que quiera en su ámbito de decisión. De este modo, la autonomía racional deriva en una autonomía empírica que es la no interferencia en el ámbito de decisión de uno, siempre que no perjudique ni interfiera en la correspondiente capacidad de los demás.

martes, 2 de septiembre de 2014

La familia...



Ya hemos dicho que para que un bien particular sea realmente un bien debe insertarse o contribuir al fin último que es una vida buena. No dedicar tiempo a la familia, priorizar las cosas del trabajo, aislarse, no nos conducen a una vida buena ni a nosotros ni a los demás. Por tanto, esas actuaciones, dedicar excesivas horas al trabajo, vivir solo pensando en el trabajo, no son buenas. Pueden ser buenas en el aspecto estrictamente laboral, en cuanto que realizan el fin de la actividad profesional, es decir, esa persona logra ser muy eficaz en su trabajo porque se entrega ilimitadamente a él y tendrá muy satisfecho su jefe, pero no son actuaciones éticamente buenas porque no ayudan a esa persona a ser un buen padre y un buen esposo.

Como dice Augusto Hortal (p. 128): “No es buen médico el que solo es médico; no es buen profesional el que de tal manera apuesta unilateralmente por su propia profesión que subordina todos los otros aspectos (económicos, familiares, espirituales, sociales, etc…) a la propia profesión.”
¿O se puede cuidar de la familia pero ser un mal profesional? De igual modo hay que decir un NO rotundo.
Por la misma razón: el que es irresponsable, ineficiente y hace mal el trabajo ni realiza bien lo que debe hacer ni realiza el bien o fin de esa profesión, lo cual no está de acuerdo con una vida buena y plena.

En definitiva, nos dice Augusto Hortal (p. 118) que una acción será moralmente buena no solo tomando en cuenta un ámbito de la vida, sino la totalidad de una vida que merezca ser vivida y alabada como profundamente humana. Aquí surge, claro está, la cuestión de definir qué es una vida “profundamente humana”.

martes, 26 de agosto de 2014

Para ser un buen profesional hay que ser una buena persona...



                                Para ser un buen profesional hay que ser una buena persona

Ya hemos visto que cada actividad profesional persigue y realiza un bien, que es el fin o razón de ser de esa actividad. Pero este bien hace referencia solo a una dimensión de la vida del hombre: la profesional.
Podría darse el caso de que nos preocupemos de ser buenos en el ámbito profesional y que no lo seamos tanto en el resto de ámbitos. Caeríamos en la paradoja de aquellos profesionales que son buenos en su trabajo, pero son malos esposos o, malos padres, malos ciudadanos. Y a la inversa, que alguien sea un buen esposo, padre, ciudadano, pero que sea un mal profesional. ¿Es compatible obrar bien en algunas situaciones y obrar mal en otras? ¿Se puede ser a la vez un buen profesional y descuidar a la familia? ¿O cuidar de la familia pero ser un mal profesional?
La respuesta nos la da el filósofo griego Aristóteles (s. IV a. de C.). Dicho filósofo afirma que hay una subordinación entre todos los bienes y fines que el hombre realiza y persigue, de tal modo, que unos bienes se realizan porque nos llevan a otros superiores. Por ejemplo, cocinamos para alimentarnos y gozar de una buena salud que nos permita crecer, trabajar y vivir felices; hacemos una llamada de teléfono o por skype para interesarnos por la otra persona y cumplir nuestra labor de madre, padre, esposo o hijo; gerenciamos una empresa de lácteos para ofrecer alimentos básicos a la población y también para generar un beneficio, sostener unos puestos de trabajo y estimular la producción lechera de unas comunidades campesinas; y así sucesivamente.
Esta concatenación de los bienes y fines que vamos persiguiendo y realizando nos lleva a la pregunta por el fin o bien último por el que todo se hace y que se constituye en el fin supremo, pues se quiere  por sí mismo y no como medio para alcanzar un fin superior. A este fin último Aristóteles lo llamaba ‘eudaimonía’, que quiere decir vivir bien y actuar bien. El significado profundo de esa vida buena o de lo que es el bien es lo que tenemos que descubrir. Más adelante lo desarrollaremos.
En definitiva el bien particular (el que se consigue en una determinada actividad profesional) solo será un bien en la medida en que se integre o forme parte del bien supremo, de ese fin último que es tener una vida buena, obrar el bien. Como dice Augusto Hortal, “nada es verdaderamente bueno, éticamente bueno, si solo es bueno es un aspecto restringido, si se absolutiza y aísla del bien supremo, si no se inscribe en un proyecto de vida buena”. Y ya sabemos que una vida buena es una vida plenamente realizada.
Dicho de otra manera, el criterio último para juzgar una actuación y el bien (fin) que realiza es en la medida en que contribuye a vivir esa vida buena o vida en plenitud no solo cada uno para sí mismo, sino por, con y para los otros.
Aquí, estimado estudiante, tenemos una clave importantísima para discernir si nuestra actuación profesional es buena: si nuestra manera de realizar nuestra profesión nos ayuda a alcanzar ese bien o fin supremo, que es una vida buena y plena. Por ejemplo: para una persona creyente, sea católica o de otra religión cristiana, una vida buena es el amor a Dios y al prójimo, con todos los valores y virtudes que ello implica, sobre todo la misericordia, el perdón, la humildad, la generosidad. Una buena actuación profesional será aquella en la que la persona, a través de su profesión, practica estas virtudes en su entorno laboral. Así pues, ya tenemos la respuesta a la pregunta inicial:
¿Se puede ser a la vez un buen profesional y descuidar a la familia? Rotundamente NO.



martes, 19 de agosto de 2014

12 CLASE

3.2. El principio de beneficencia



En cuanto a la etimología de la palabra ‘beneficencia’, es un término latino que procede de las palabras ‘bene’: bueno y ‘facere’: hacer.
Nos quedaremos con los que nos aportan el Diccionario de la RAE: “virtud de hacer el bien” (‘active goodness’) y el Diccionario María Moliner: “beneficiar, favorecer, hacer el bien o ser bueno para alguien o algo”. Despojémonos del sentido más común con que solemos usar la palabra beneficencia, y es el que se asocia a las instituciones de caridad o a actividades de ayuda social.

El sentido como vamos a usar la palabra ‘beneficencia’ es el de ‘hacer el bien’ a los demás a través de la propia profesión. Y aquí hay un doble sentido que seguidamente explicaremos: “hacer bien” nuestra profesión y “hacer el bien” a los demás a través de nuestra profesión.

3.2.1. La formulación del principio de beneficencia es: “Hacer bien una actividad y hacer el bien a otros mediante una actividad bien hecha”. En esta clara explicación del primer principio que debe cumplir toda profesión, destaquemos dos cosas importantes concatenadas entre sí:
1. Hacer bien la actividad profesional. El primer principio que debe regir toda ética profesional es hacer bien la actividad profesional.
2. Realizar el bien (fin) de esa profesión. Toda actividad profesional busca alcanzar y realizar el bien (el fin) al que dicha actividad está constitutivamente encaminada. Para ejercer bien la profesión primero hay que saber cuál es el fin propio, legítimo de dicha profesión.
A. Hortal afirma que el fin de cada actividad es el bien al que está ordenada dicha actividad: el fin/bien del cocinar es hacer comida; el fin/bien de telefonear es comunicarse con alguien lejano; el fin/bien de un aparato es que funcione adecuadamente.
Si hablamos de las profesiones de cada uno de ustedes, ¿cuál sería el bien al que está ordenada o dirigida su actividad profesional? Pensemos…


viernes, 15 de agosto de 2014

Cuestionarios para las alumnas de los sabados...

QUE ES ÉTICA?
QUE ES MORAL?
QUE ES PROFESIÓN?
QUE SON LAS VIRTUDES?
DIFERENTES MODELOS DE ÉTICA?
QUE ES ÉTICA UTILITARISTA?
QUE ES ÉTICA EPICUREA?
QUE ES LA ÉTICA DE KANNT?
NORMAS VS VIRTUDES?
QUE ES DEGRADACIÓN DE OFICIO?
CRITERIO PERSONAL DE UN VIDEO?
CRITERIO PERSONAL SOBRE ETICA CRISTIANA?
QUE ES ETICA EDONISTA?

miércoles, 6 de agosto de 2014

11 CLASE




¿Qué son los principios?
Luego de haber reflexionado y analizado lo relacionado con la profesión, en la presente unidad conoceremos los principios de la ética en orden a aplicarlos en el ámbito profesional y humano.
En cuanto a este primer apartado ¿Qué son los principios?  La ética profesional debe buscar los criterios que nos permitan discernir entre las actuaciones aceptables y las que no lo son. Esos criterios prácticos, que orientan nuestras acciones, proceden de unos criterios superiores o principios que nos permiten orientarnos acerca de lo que es éticamente bueno o no.
Definición de principios éticos: “aquellos imperativos de tipo general que nos orientan acerca de qué hay de bueno y realizable en unas acciones y de malo y evitable en otras”. Los principios éticos o morales no prescriben (ordenan, obligan a realizar) actuaciones concretas de forma directa e inmediata, sino que indican los temas y metas que hay que considerar a la hora de formular normas o reglas morales.

De este modo, Augusto Hortal hace una doble distinción:
- Principios éticos: son generales o universales y expresan los grandes temas y valores a tomar en cuenta en el vivir y en el actuar.
- Normas: aplican los principios a situaciones concretas de la vida o de la profesión, dicen cómo se debe aplicarse el principio.
Ejemplo de principio ético:
“Todos los seres humanos nacen iguales en dignidad y derechos”. Este es un principio universal pues expresa el valor de la dignidad que posee todo ser humano y orienta la acción de toda persona o Estado.
Ejemplo de norma:

Art. 9. Las personas extranjeras que se que se encuentren en el territorio ecuatoriano tendrán los mismos derechos y deberes que las ecuatorianas, de acuerdo con la Constitución (Constitución de la República del Ecuador, 2008).

martes, 22 de julio de 2014

10 CLASE




Por último, Platón ha advertido de la inevitable degradación de los oficios o técnicas que ya no tienen su asiento en el alma del artesano, al modo de una pericia o maestría adquirida tras larga práctica, sino que perviven como un conjunto de fórmulas o recetas aplicables mecánicamente. Tales saberes, desprovistos de la sensibilidad para las mínimas diferencias cualitativas característica del arte verdadero, están abocados al fracaso. La medicina hipocrática, por ejemplo, no podría recuperarse con solo estudiar los textos de esa tradición que se han conservado y otros que pudieran recuperarse. Lo que de este modo se alcanzaría no pasaría de ser una versión lejana y desvaída de un saber que solo cabe transmitir de maestros a discípulos y en contacto directo con la praxis



Estimado estudiante, debemos forjar nuestro carácter moral a través del ejercicio de virtudes y no solamente del conocimiento y aprendizaje de normas y reglas éticas. Esto no quiere decir que las normas éticas no sean necesarias, o que los códigos éticos o deontológicos, como estudiaremos en el segundo quimestre, no sean importantes. Todo lo contrario: estos son importantes, pero no pueden sustituir al ejercicio de la virtud. Podríamos decir que ambas cosas, las virtudes y las normas, son complementarias. Es importante que existan y que se concreten cuáles son las normas éticas, para que nos ayuden a orientarnos, pero en los códigos éticos se deben expresar cuáles son las virtudes o prácticas más excelsas de una profesión y que cada profesional debe interiorizar e ir haciendo un hábito en su ejercicio diario.

martes, 15 de julio de 2014

El Soldado y su amigo, Reflexiones de amistad, El valor de la amistad

9 CLASE


En segundo lugar, una virtud es mucho más que una tendencia arraigada a cumplir una norma.
La virtud lleva aparejada la lucidez moral y, en esa medida, es ella misma normativa. La valentía
del soldado no se reduce a no abandonar su puesto; habiéndose quedado en él, todavía ha de
interpretar la situación, siempre cambiante, discernir la acción adecuada y obrar en consecuencia.
Se entenderá bien a qué nos referimos si se considera el caso de quien intenta acomodar su
conducta a un conjunto de normas morales. Inevitablemente, las normas son abstractas: declaran
la bondad o maldad de tipos de acciones (mentir, robar, socorrer, etc.), haciendo abstracción
de las circunstancias particulares que concurren en cada caso (a quién se mienta, qué se robe,
etc.). En cambio, las circunstancias en que se ve envuelto el sujeto moral son en todos los casos
estrictamente individuales e irrepetibles. La cuestión es: ¿cómo salvar la distancia entre las
mediaciones normativas, siempre universales y abstractas, y el carácter único e irrepetible de
cada situación vital concreta? Los partidarios de la ética normativa no tienen más que una salida:
apelan a normas subalternas que no sean tan generales como las primeras. Pero, por más que
especifiquemos las normas subordinadas, estas seguirán siendo universales: seguirá siendo
posible un número ilimitado de casos que, aun cayendo bajo esa norma, sean distintos entre sí y,
por ello, reclamen un tratamiento diferente. Platón ha denunciado plásticamente el proyecto de
una legislación exhaustiva, que comprenda todos los casos posibles, comparándolo con el intento
de decapitar a la hidra, monstruo mítico cuyas cabezas se multiplican al ser cortadas (Rep.426e).
Los partidarios de la ética de la virtud se encuentran en una posición más favorable. Como se dijo,
el virtuoso no es simplemente un hombre que conoce un conjunto de reglas y está acostumbrado
a respetarlas. Posee también una peculiar lucidez que le hace capaz de sopesar los rasgos
moralmente relevantes de cada situación y reconocer la conducta adecuada en cada coyuntura.
Este sexto sentido moral compara Aristóteles felizmente a la regla de plomo utilizada por los
arquitectos lesbios: no es una regla rígida, como las comunes, sino un instrumento flexible que
adopta la forma de la piedra u oquedad que se trata de medir

lunes, 7 de julio de 2014

DIficil decisión: ¿El único Hijo o todos?

8 CLASE


                                 1.5. La educación moral: virtudes frente a normas
Desde la perspectiva de la educación, otros autores también subrayan la insuficiencia del conocimiento teórico de las normas para formar una personalidad moral en la persona. O dicho de otro modo, la insuficiencia de los códigos éticos y de una formación ética que solo se basara en el estudio de los mismos.
Uno de esos autores es Leonardo Rodríguez Duplá 5, quien contrapone la formación ética basada en virtudes (ética clásica de Platón y Aristóteles) a la formación ética basada en normas (ética moderna de Kant). El peligro de la Deontología profesional es centrarse solo en la enseñanza de las normas éticas y desplazar la importancia de la virtud. Rodríguez Duplá explica tres razones por las cuales esta no es la mejor forma de enseñar la ética profesional y de forjar una conciencia moral:
1. La primera es el fenómeno de la akrasía o flaqueza de la voluntad. El hombre no es un ser puramente intelectual, sino que su conducta depende también de resortes irracionales. El conocimiento claro y actual de la norma no garantiza su cumplimiento. Somos capaces, muy capaces, de hacer el mal a sabiendas. Esta es la enseñanza de la historia de Leoncio, narrada por Platón en el libro IV de La república. Tras largo forcejeo entre su deseo de regocijarse en la visión de los cadáveres arrojados por el verdugo junto a la muralla y la clara conciencia de tratarse de una apetencia morbosa, Leoncio espeta a sus ojos: “Ahí los tenéis, malditos, saciaos del hermoso espectáculo”(440a). Si hemos de dar crédito a este testimonio -y acaso no falten en la vida de ningún hombre experiencias que lo corroboren-, no hay razón para depositar excesivas esperanzas en una educación moral cuyo núcleo sea el aprendizaje de un repertorio de normas deontológicas, pues cabe conocer al dedillo esas normas y, con todo, infringirlas movidos por algún deseo o pulsión irracional.
En cambio, una educación moral centrada en la lenta asimilación de las virtudes parece mucho más promisoria. La ejercitación de la virtud va ahormando o encauzando los sentimientos y deseos del sujeto. La virtud se convierte así en un resorte interno de la conducta, el cual ofrece mucha más fiabilidad que el simple enunciado de un límite impuesto desde fuera. Recordemos que la
“educación musical”, primera fase del adiestramiento moral diseñado por Platón en La república, consiste en familiarizar al alma con la belleza e inclinarla a ella ya desde la infancia temprana. Como Platón pensaba que lo bello y lo bueno son en el fondo lo mismo, esperaba que la con naturalidad del alma con la belleza se traduciría espontáneamente en conductas moralmente buenas. Se compartan o no los presupuestos metafísicos de esta pedagogía, parece razonable conceder que en la idea de la virtud como dimensión adquirida del carácter y raíz estable de la conducta hay un núcleo de validez permanente.

martes, 1 de julio de 2014

7 CLASE





¿QUÉ SON LAS PROFESIONES?

A continuación vamos hablar de las profesiones como factor determinante en la vida de cada profesional
en sus ámbitos laboral, personal y familiar.
2.1. Primera caracterización de las profesiones
En el presente tema usted va a encontrar aspectos relevantes que el autor del texto básico menciona en relación al sentido pleno de profesión. ¿Entiende usted la profesión como vocación? Para un acercamiento al tema es fundamental apoyarnos en la bibliografía complementaria donde se dice lo siguiente:
Reflexión:
Gatti, G (2001) en su texto: Ética de las profesiones formativas en la pág. 42, menciona: “La práctica de un trabajo o el ejercicio de una profesión es, ante todo, para el hombre un campo a menudo decisivo para la explicación de sus dotes específicamente humanas, como la inteligencia, la creatividad, la tenacidad, la habilidad manual o intelectual, pero al mismo tiempo conllevan para él una fatiga particular, ligada a la fatiga física o mental, a la repetición del trabajo, a la condición de subordinación en que se hace”.
El ethos profesional como fenómeno social
Para una mejor comprensión de los términos es necesario partir de su etimología y luego ir al texto básico. Como vimos en la primera unidad didáctica el término ‘ética’ procede del griego ‘ethos’, que significa tanto costumbre como carácter o modo de ser. Si unificamos esas dos acepciones, ética vendría a ser el carácter o modo de ser adquirido a través de las costumbres y hábitos. Por tanto, la expresión
ethos profesional’ hay que entenderla como el carácter moral o modo de ser moral de un profesional. Es interesante acudir al origen del término ‘profesión’ y del concepto de ‘profesional’. Seguramente que le ha resultado muy novedoso y sorprendente, querido estudiante, conocer que al principio los profesionales en sentido estricto eran solo los sacerdotes, los médicos y los juristas (jueces). Se entendió durante mucho tiempo que la ‘profesión’ era una especie de sacerdocio. De este modo, el médico era un ‘sacerdote de la salud’, el militar un ‘sacerdote de las armas’ y el juez un ‘sacerdote de la justicia’. Entendamos aquí la palabra sacerdote en sentido amplio, no solo referida a los hombres que reciben el sacramento del orden. El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define al sacerdocio no solo como ‘la dignidad y estado de sacerdote’ sino como una ‘consagración activa y celosa al desempeño de una profesión o ministerio elevado y noble’.
Podemos ver, entonces, que la palabra Podemos ver, entonces, que la palabra ‘profesión’ tiene un origen y un significado profundamente religioso, tanto como el término ‘vocación’:

Profesión: según el diccionario de la RAE, proviene del verbo profesar que tiene varias acepciones: ejercer una ciencia, un arte o un oficio; ejercer algo con inclinación voluntaria y continuación en ello; creer, confesar; sentir algún afecto, inclinación o interés, y perseverar voluntariamente en ellos; en una orden religiosa, obligarse a cumplir los votos propios de su instituto. El autor de nuestro texto básico define la profesión como dedicación o consagración de la propia vida a unas determinadas tareas y servicios, y es una dedicación de por vida y comprometiéndose a los valores que esa vida conlleve. El término se usa mucho para referirse a la ‘profesión religiosa’, es decir, a la dedicación de la vida a Dios.

domingo, 22 de junio de 2014

6 CLASE



                                        Algunos modos de ver la ética
Ya hemos dicho en el punto anterior que según se acentúe un aspecto u otro de los tres ámbitos de la moral (virtud, valor o deber) nos encontramos con teorías distintas. Es importante hacer un breve recorrido por las principales teorías éticas para analizar la contribución de cada filósofo a la comprensión y a la fundamentación de la ética, pero también para hacer una revisión crítica de los reduccionismos presentes en algunas de ellas y que todavía siguen muy vigentes en la sociedad actual.

Las principales teorías éticas las podríamos resumir en el siguiente cuadro:

Eudemonismo o ética de
las virtudes

Epicureísmo o hedonismo
Ética kantiana o del
deber

Ética comunicativa o
dialógica
Sócrates, Platón,
Aristóteles (Grecia, ss. V-IV
a. de C.)

Epicuro (Grecia, s. IV a. de C.)
Kant (Prusia, s. XVIII)
Apel, Habermas
(Alemania, s. XX)
Eudeimonía=felicidad
La máxima aspiración
del hombres es al bien
supremo, la felicidad, que
se encuentra en Dios.

Hedoné= placer
La felicidad a la que
aspira el hombre es el
placer. Jerarquía placeres:
los superiores son los
espirituales (placeres físicos
más elevados).

El fundamento de la
norma moral es el
deber: necesidad de una
acción por respeto a la
ley, no por el bien que
pueda reportar, sino
por el respeto al deber
(imperativo categórico).

Las normas morales
proceden del consenso
en el diálogo de todas las
personas afectadas.
Reconocerse recíprocamente
como interlocutores
válidos, capacidad
autolegisladora.
Normas mínimas
universales.
La felicidad se alcanza
mediante la práctica de
las virtudes. Contemplar la
verdad es el ideal superior
de vida virtuosa.
.
El criterio moral: cálculo de
cómo conseguir el mayor
placer y cómo evitar el sufrimiento.

El criterio de bondad
moral es que haya la
voluntad de cumplir
el deber; la buena
voluntad”, sin importar
las consecuencias

Moral cristiana
Utilitarismo
Ética axiológica

Parte de la filiación
divina y de la fraternidad
universal.

Jeremy Bentham, Inglaterra,
s. XVIII
Resurgimiento epicureísmo

Max Scheler, Nicolai
Hartmann
s. XX


Felicidad como unión
con las personas divinas,
participar de la vida
abundante de un Dios
amor: “Dios es amor y
quien no ama no ha conocido a Dios.”
.

Felicidad como consecución
del máximo placer y reducir
al máximo el dolor.
Placer como bienestar,
confort, sensualidad
Es bueno el acto que
realiza un valor y malo el
que lo impide.
Ética material (la materia
o contenido de lo moral,
el bien), frente a la ética
formal (Kant)

El criterio de moralidad es
el amor: “ámense los unos
a los otros como Yo les he
amado”.
Ideal del amor perfecto
de Cristo: “no hay mayor
amor que dar la vida por
el amigo”.
.
Principio de utilidad: es útil el
acto que aumenta el placer y
disminuye el dolor.
Aritmética de placeres: “que
mi dolor no supere a mi
bienestar”. Conducta regida
por el interés.

Los valores plasman
ideales de perfección
que el hombre capta
intuitivamente


Utilitarismo social: John
Stuart Mill: La máxima felicidad posible para la mayoría.
Placer sensual y placeres superiores.



Resulta evidente que la teoría ética que predomina en la actualidad es la del hedonismo y la del utilitarismo.
Pero también la ética comunicativa, que busca las normas éticas mínimas, es decir, aquellas aceptables por todo ser humano a través del consenso, lo cual encaja bien con la pluralidad de cosmovisiones que hay en la sociedad actual, pues esta teoría ética implica un diálogo y una negociación entre todas las personas, intentando compatibilizar sus distintas creencias.

Ahora bien, si volvemos a lo que dijimos en el apartado anterior, una buena teoría ética debe contemplar todas las dimensiones del fenómeno moral: la virtud, el valor y el deber. En el cuadro anterior, nos damos cuenta de que la mayoría de esas éticas enfatizan uno de los tres aspectos, haciendo un reduccionismo de la ética. Desde luego que los principales reduccionismos son los que hacen la ética epicúrea y la utilitarista, identificando la vida ética con el placer o con lo útil, lo cual refleja una visión materialista de la persona. Desgraciadamente, esta visión de la ética está muy extendida en la sociedad actual.