martes, 22 de julio de 2014

10 CLASE




Por último, Platón ha advertido de la inevitable degradación de los oficios o técnicas que ya no tienen su asiento en el alma del artesano, al modo de una pericia o maestría adquirida tras larga práctica, sino que perviven como un conjunto de fórmulas o recetas aplicables mecánicamente. Tales saberes, desprovistos de la sensibilidad para las mínimas diferencias cualitativas característica del arte verdadero, están abocados al fracaso. La medicina hipocrática, por ejemplo, no podría recuperarse con solo estudiar los textos de esa tradición que se han conservado y otros que pudieran recuperarse. Lo que de este modo se alcanzaría no pasaría de ser una versión lejana y desvaída de un saber que solo cabe transmitir de maestros a discípulos y en contacto directo con la praxis



Estimado estudiante, debemos forjar nuestro carácter moral a través del ejercicio de virtudes y no solamente del conocimiento y aprendizaje de normas y reglas éticas. Esto no quiere decir que las normas éticas no sean necesarias, o que los códigos éticos o deontológicos, como estudiaremos en el segundo quimestre, no sean importantes. Todo lo contrario: estos son importantes, pero no pueden sustituir al ejercicio de la virtud. Podríamos decir que ambas cosas, las virtudes y las normas, son complementarias. Es importante que existan y que se concreten cuáles son las normas éticas, para que nos ayuden a orientarnos, pero en los códigos éticos se deben expresar cuáles son las virtudes o prácticas más excelsas de una profesión y que cada profesional debe interiorizar e ir haciendo un hábito en su ejercicio diario.

martes, 15 de julio de 2014

El Soldado y su amigo, Reflexiones de amistad, El valor de la amistad

9 CLASE


En segundo lugar, una virtud es mucho más que una tendencia arraigada a cumplir una norma.
La virtud lleva aparejada la lucidez moral y, en esa medida, es ella misma normativa. La valentía
del soldado no se reduce a no abandonar su puesto; habiéndose quedado en él, todavía ha de
interpretar la situación, siempre cambiante, discernir la acción adecuada y obrar en consecuencia.
Se entenderá bien a qué nos referimos si se considera el caso de quien intenta acomodar su
conducta a un conjunto de normas morales. Inevitablemente, las normas son abstractas: declaran
la bondad o maldad de tipos de acciones (mentir, robar, socorrer, etc.), haciendo abstracción
de las circunstancias particulares que concurren en cada caso (a quién se mienta, qué se robe,
etc.). En cambio, las circunstancias en que se ve envuelto el sujeto moral son en todos los casos
estrictamente individuales e irrepetibles. La cuestión es: ¿cómo salvar la distancia entre las
mediaciones normativas, siempre universales y abstractas, y el carácter único e irrepetible de
cada situación vital concreta? Los partidarios de la ética normativa no tienen más que una salida:
apelan a normas subalternas que no sean tan generales como las primeras. Pero, por más que
especifiquemos las normas subordinadas, estas seguirán siendo universales: seguirá siendo
posible un número ilimitado de casos que, aun cayendo bajo esa norma, sean distintos entre sí y,
por ello, reclamen un tratamiento diferente. Platón ha denunciado plásticamente el proyecto de
una legislación exhaustiva, que comprenda todos los casos posibles, comparándolo con el intento
de decapitar a la hidra, monstruo mítico cuyas cabezas se multiplican al ser cortadas (Rep.426e).
Los partidarios de la ética de la virtud se encuentran en una posición más favorable. Como se dijo,
el virtuoso no es simplemente un hombre que conoce un conjunto de reglas y está acostumbrado
a respetarlas. Posee también una peculiar lucidez que le hace capaz de sopesar los rasgos
moralmente relevantes de cada situación y reconocer la conducta adecuada en cada coyuntura.
Este sexto sentido moral compara Aristóteles felizmente a la regla de plomo utilizada por los
arquitectos lesbios: no es una regla rígida, como las comunes, sino un instrumento flexible que
adopta la forma de la piedra u oquedad que se trata de medir

lunes, 7 de julio de 2014

DIficil decisión: ¿El único Hijo o todos?

8 CLASE


                                 1.5. La educación moral: virtudes frente a normas
Desde la perspectiva de la educación, otros autores también subrayan la insuficiencia del conocimiento teórico de las normas para formar una personalidad moral en la persona. O dicho de otro modo, la insuficiencia de los códigos éticos y de una formación ética que solo se basara en el estudio de los mismos.
Uno de esos autores es Leonardo Rodríguez Duplá 5, quien contrapone la formación ética basada en virtudes (ética clásica de Platón y Aristóteles) a la formación ética basada en normas (ética moderna de Kant). El peligro de la Deontología profesional es centrarse solo en la enseñanza de las normas éticas y desplazar la importancia de la virtud. Rodríguez Duplá explica tres razones por las cuales esta no es la mejor forma de enseñar la ética profesional y de forjar una conciencia moral:
1. La primera es el fenómeno de la akrasía o flaqueza de la voluntad. El hombre no es un ser puramente intelectual, sino que su conducta depende también de resortes irracionales. El conocimiento claro y actual de la norma no garantiza su cumplimiento. Somos capaces, muy capaces, de hacer el mal a sabiendas. Esta es la enseñanza de la historia de Leoncio, narrada por Platón en el libro IV de La república. Tras largo forcejeo entre su deseo de regocijarse en la visión de los cadáveres arrojados por el verdugo junto a la muralla y la clara conciencia de tratarse de una apetencia morbosa, Leoncio espeta a sus ojos: “Ahí los tenéis, malditos, saciaos del hermoso espectáculo”(440a). Si hemos de dar crédito a este testimonio -y acaso no falten en la vida de ningún hombre experiencias que lo corroboren-, no hay razón para depositar excesivas esperanzas en una educación moral cuyo núcleo sea el aprendizaje de un repertorio de normas deontológicas, pues cabe conocer al dedillo esas normas y, con todo, infringirlas movidos por algún deseo o pulsión irracional.
En cambio, una educación moral centrada en la lenta asimilación de las virtudes parece mucho más promisoria. La ejercitación de la virtud va ahormando o encauzando los sentimientos y deseos del sujeto. La virtud se convierte así en un resorte interno de la conducta, el cual ofrece mucha más fiabilidad que el simple enunciado de un límite impuesto desde fuera. Recordemos que la
“educación musical”, primera fase del adiestramiento moral diseñado por Platón en La república, consiste en familiarizar al alma con la belleza e inclinarla a ella ya desde la infancia temprana. Como Platón pensaba que lo bello y lo bueno son en el fondo lo mismo, esperaba que la con naturalidad del alma con la belleza se traduciría espontáneamente en conductas moralmente buenas. Se compartan o no los presupuestos metafísicos de esta pedagogía, parece razonable conceder que en la idea de la virtud como dimensión adquirida del carácter y raíz estable de la conducta hay un núcleo de validez permanente.

martes, 1 de julio de 2014

7 CLASE





¿QUÉ SON LAS PROFESIONES?

A continuación vamos hablar de las profesiones como factor determinante en la vida de cada profesional
en sus ámbitos laboral, personal y familiar.
2.1. Primera caracterización de las profesiones
En el presente tema usted va a encontrar aspectos relevantes que el autor del texto básico menciona en relación al sentido pleno de profesión. ¿Entiende usted la profesión como vocación? Para un acercamiento al tema es fundamental apoyarnos en la bibliografía complementaria donde se dice lo siguiente:
Reflexión:
Gatti, G (2001) en su texto: Ética de las profesiones formativas en la pág. 42, menciona: “La práctica de un trabajo o el ejercicio de una profesión es, ante todo, para el hombre un campo a menudo decisivo para la explicación de sus dotes específicamente humanas, como la inteligencia, la creatividad, la tenacidad, la habilidad manual o intelectual, pero al mismo tiempo conllevan para él una fatiga particular, ligada a la fatiga física o mental, a la repetición del trabajo, a la condición de subordinación en que se hace”.
El ethos profesional como fenómeno social
Para una mejor comprensión de los términos es necesario partir de su etimología y luego ir al texto básico. Como vimos en la primera unidad didáctica el término ‘ética’ procede del griego ‘ethos’, que significa tanto costumbre como carácter o modo de ser. Si unificamos esas dos acepciones, ética vendría a ser el carácter o modo de ser adquirido a través de las costumbres y hábitos. Por tanto, la expresión
ethos profesional’ hay que entenderla como el carácter moral o modo de ser moral de un profesional. Es interesante acudir al origen del término ‘profesión’ y del concepto de ‘profesional’. Seguramente que le ha resultado muy novedoso y sorprendente, querido estudiante, conocer que al principio los profesionales en sentido estricto eran solo los sacerdotes, los médicos y los juristas (jueces). Se entendió durante mucho tiempo que la ‘profesión’ era una especie de sacerdocio. De este modo, el médico era un ‘sacerdote de la salud’, el militar un ‘sacerdote de las armas’ y el juez un ‘sacerdote de la justicia’. Entendamos aquí la palabra sacerdote en sentido amplio, no solo referida a los hombres que reciben el sacramento del orden. El diccionario de la Real Academia Española (RAE) define al sacerdocio no solo como ‘la dignidad y estado de sacerdote’ sino como una ‘consagración activa y celosa al desempeño de una profesión o ministerio elevado y noble’.
Podemos ver, entonces, que la palabra Podemos ver, entonces, que la palabra ‘profesión’ tiene un origen y un significado profundamente religioso, tanto como el término ‘vocación’:

Profesión: según el diccionario de la RAE, proviene del verbo profesar que tiene varias acepciones: ejercer una ciencia, un arte o un oficio; ejercer algo con inclinación voluntaria y continuación en ello; creer, confesar; sentir algún afecto, inclinación o interés, y perseverar voluntariamente en ellos; en una orden religiosa, obligarse a cumplir los votos propios de su instituto. El autor de nuestro texto básico define la profesión como dedicación o consagración de la propia vida a unas determinadas tareas y servicios, y es una dedicación de por vida y comprometiéndose a los valores que esa vida conlleve. El término se usa mucho para referirse a la ‘profesión religiosa’, es decir, a la dedicación de la vida a Dios.