lunes, 26 de mayo de 2014

3 CLASE






Dimensiones del fenómeno moral
Veamos ahora las dimensiones o componentes que tiene el fenómeno moral. Entendamos el fenómeno moral como esa tarea ineludible que tiene el hombre de irse forjando un carácter o personalidad moral, que algunos autores también han llamado segunda naturaleza. En este sentido, toda persona es moral, es decir, acomete cada día necesariamente la labor de construirse un carácter porque constantemente debe elegir qué acto realizar, dicho acto se acostumbra a repetirlo y al final esto deriva en hábitos, los cuales, si son positivos (virtudes), configuran una buena manera de ser, y si son negativos (vicios), configuran una negativa manera de ser.

el filósofo alemán Kant, las preguntas clave de la historia del pensamiento y de la ciencia: ¿qué puedo saber? ¿qué puedo hacer? ¿qué cabe esperar?
Todas estas preguntas se recapitulan en una: ¿qué es el hombre? A esta pregunta antropológica se ha querido responder desde diversas ciencias pero siempre de modo incompleto porque la mayoría de veces se quiere describir “lo que es”, mientras que una verdadera antropología exige comprende al hombre como un “alguien”. Es decir, Enrique Bonete nos hace percatarnos de que para formar bien nuestro sentido de lo ético y de lo moral, y para construirse un auténtico carácter moral, previamente hay que hacer el esfuerzo antropológico de tener una visión bien formada del hombre, que un poco más abajo recordaremos.

El fenómeno moral, y todo conflicto moral profesional, tiene un supuesto previo: que el hombre es un “quién”, es decir, es persona, y una persona dotada de libertad y de responsabilidad. Es en virtud de esto que podemos hablar de experiencia moral y de la responsabilidad que todos tenemos por cualquiera de nuestros actos.

Pero la pregunta que late en todo problema moral, ya sea en el ámbito personal como en el profesional, es “¿qué debo hacer?”. Se ha querido responder a veces desde una visión cientificista, es decir, reduciendo el problema ético a un problema científico, como si la ciencia tuviera las respuestas a todos los problemas del hombre. Si eso fuera así, caeríamos en el reduccionismo científico de pensar que “todo lo que se puede hacer, se debe hacer”, es decir, que todo lo científica o técnicamente posible es también lo moralmente bueno y lo que debemos hacer. Ya veremos como esto va en contra del principio de beneficencia.

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