Por
último, Platón ha advertido de la inevitable degradación de los oficios o
técnicas que ya no tienen su asiento en el alma del artesano, al modo de una
pericia o maestría adquirida tras larga práctica, sino que perviven como un
conjunto de fórmulas o recetas aplicables mecánicamente. Tales saberes,
desprovistos de la sensibilidad para las mínimas diferencias cualitativas
característica del arte verdadero, están abocados al fracaso. La medicina hipocrática,
por ejemplo, no podría recuperarse con solo estudiar los textos de esa
tradición que se han conservado y otros que pudieran recuperarse. Lo que de
este modo se alcanzaría no pasaría de ser una versión lejana y desvaída de un
saber que solo cabe transmitir de maestros a discípulos y en contacto directo
con la praxis
Estimado
estudiante, debemos forjar nuestro carácter moral a través del ejercicio de
virtudes y no solamente del conocimiento y aprendizaje de normas y reglas
éticas. Esto no quiere decir que las normas éticas no sean necesarias, o que
los códigos éticos o deontológicos, como estudiaremos en el segundo quimestre,
no sean importantes. Todo lo contrario: estos son importantes, pero no pueden sustituir
al ejercicio de la virtud. Podríamos decir que ambas cosas, las virtudes y las
normas, son complementarias. Es importante que existan y que se concreten
cuáles son las normas éticas, para que nos ayuden a orientarnos, pero en los
códigos éticos se deben expresar cuáles son las virtudes o prácticas más
excelsas de una profesión y que cada profesional debe interiorizar e ir
haciendo un hábito en su ejercicio diario.
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