Profesión:
según el diccionario de la RAE, proviene del verbo profesar que tiene varias
acepciones: ejercer una ciencia, un arte o un oficio; ejercer algo con
inclinación voluntaria y continuación en ello; creer, confesar; sentir algún
afecto, inclinación o interés, y perseverar voluntariamente en ellos; en una
orden religiosa, obligarse a cumplir los votos propios de su instituto. El
autor de nuestro texto básico define la profesión como dedicación o
consagración de la propia vida a unas determinadas tareas y servicios, y es una
dedicación de por vida y comprometiéndose a los valores que esa vida conlleve.
El término se usa mucho para referirse a la ‘profesión religiosa’, es decir, a
la dedicación de la vida a Dios.
Vocación:
Según la RAE, este término tiene varias acepciones: inspiración con que Dios
llama a algún estado, especialmente al de religión; inclinación a cualquier
estado, profesión o carrera; convocación, llamamiento. Para A. Hortal, la
vocación se refiere al carácter de elección y llamada divina del rey, del profeta
y del sacerdote.
Con
estos antecedentes del uso de la palabra profesión no nos ha de extrañar que
las profesiones más antiguas (reyes, jueces, médicos, militares) hayan sido
consideradas por muchos autores como un sacerdocio laico, es decir, en vez de
la consagración a las cosas de Dios, la consagración a otro tipo de actividad:
al gobierno, a la justicia, a la salud, etc…
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