Moral
(del latín mos, moris):
costumbre, hábito, y, en menor medida, carácter.
Démonos
cuenta de cómo los filósofos romanos, al traducir el término ‘ethos’,
desplazaron el rico significado de carácter moral/modo de ser y se quedaron con
el de costumbre/hábitos, lo que tuvo una repercusión no solo semántica sino
filosófica, pues esta traducción a veces ha implicado reducir el ámbito de la
ética solamente a las costumbres y hábitos.
No
es raro que muchos autores y en muchos libros se usen estos dos términos
indistintamente, como palabras sinónimas; no obstante, hoy en día existe la
tendencia a distinguirlas:
La palabra ética es más usada para
referirse a la teoría filosófica, es decir, a un estudio orientado a la
práctica, a la capacidad de orientar los conflictos morales desde la estricta
reflexión ética. Por eso, la ética se ocupa de la fundamentación y justificación
racional del comportamiento y de las normas morales. La ética es también
llamada: moral pensada.
Las
teorías éticas suelen llevar el adjetivo del filósofo más representativo: ética
aristotélica, ética kantiana, ética marxista.
La palabra moral es más usada para
referirse a los comportamientos concretos de las personas o de la sociedad,
pues la moral considera los actos humanos desde su dimensión fáctica (los
hechos concretos de las personas) y empírica (lo observable). La moral es
también llamada moral vivida.
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